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EL HABITO DE LA LECTURA

Es indudable que los niños y jóvenes leen menos que antes. Lo dicen los números de las investigaciones en América Latina  sobre hábitos de lectura (en México, por ejemplo, uno de los países con índices más bajos, cada ciudadano apenas lee 1.9 libros al año). En un juicio rápido, uno tendería a responsabilizar a los teléfonos celulares y sus múltiples funciones como el factor distractivo para justificar esta tendencia. Sin embargo, los principales responsables de esta deficiencia son los propios padres.

Si hoy se lee menos es, básicamente, porque a los niños no se les incentiva ni se les inculca el placer por la lectura. Y eso es un problema de los padres, que en la mayoría de los casos tampoco leen. Es interesante porque existe una gran cantidad de nuevos recursos y más fáciles de utilizar que tomarse el tiempo de leerles a sus hijos. Incluso antes llevaban libritos con crayolas y los tenían tranquilos y entretenidos por varias horas. Hoy, en cambio, le dan las tablets o lo que tengan a mano que sea electrónico.

Muchos padres optan por la tecnología para sus hijos por comodidad, como cuando usaban la televisión de «nana» para adormecerlos y calmarlos, solamente que aquello era menos adictivo. El vínculo con la tecnología también es una adicción y conlleva la falta de empatía por los seres humanos y de relacionarse con ellos.

La falta de lectura en los niños tiene consecuencias nocivas que quizás nadie advierte en el corto plazo: se disminuye la comprensión, se reduce el vocabulario, lo mismo que el deseo de conocer cosas nuevas y con contenido científico de verdad. Pasar por alto la lectura literaria produce un enorme vacío. Puede que los niños de hoy a simple vista parezcan más inteligentes, pero es una ilusión óptica. En realidad parecen programados por computadoras, porque no saben interpretar. Estamos creando una sociedad de pericos electrónicos que repiten pero no razonan. No saben hacer sinopsis y son cada vez más aislados unos de otros. En síntesis, parecemos familias de robóticos bobos.

Sin embargo, de nada sirve añorar tiempos pasados y renegar de la tecnología, ya que bien aplicada puede ser muy útil, sobre todo en cuanto a la lectura. Para quienes gustan de los libros, plataformas como Kindle, iBooks o cualquier otro “eReader” son de una utilidad enorme. No sólo son entretenidos y fáciles de transportar sino que nos permiten acceder a una enorme biblioteca digital (algunos libros son gratis y otros pagados) más allá del país en que nos encontremos.

Otra excelente opción que nos aporta la tecnología son los audio-libros. Yo, particularmente, los uso para reforzar idiomas y como son leídos por buenos lectores -en algunos casos actores famosos- y con una dicción muy fina, resultan muy atractivos. Me encantan, pero no hay nada como la voz de los papis (indistintamente si es mamá o papá) leyéndoles el cuento en la noche y pasando ese rato con ellos.

Por eso, para mí la receta es crearles el hábito de la lectura desde pequeños, al principio con libritos con ilustraciones. Ayuda mucho que los padres también lean, aunque sea el periódico. Es fundamental los padres controlen el uso de la tecnología de sus hijos, que obviamente es el principal competidor de los libros. Yo sugiero al menos una hora de lectura todos juntos en familia, aunque no sea todos los días. Es una terapia que no falla.

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