Sep
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LA FAMILIA COMO SISTEMA HUMANO

La familia es un grupo humano, pero no es un grupo así no más. Unas cuantas personas juntas en la parada del bus también es un grupo humano, pero una familia es algo más que eso; hay una serie de aspectos que hacen de ese grupo un sistema humano, es decir:

  1. Debe funcionar como sistema humano. La mayoría de familias en nuestra sociedad no pueden funcionar como sistema porque están desintegradas, o nunca llegaron a integrarse, o bien, falta algún miembro. La desintegración familiar es un fuerte condicionante para la funcionalidad familiar.
  2.  Debe tener una justificación, o responder a una necesidad o deseo racional.  El punto de partida de la familia es el compromiso mutuo, o ante Dios, o ante la sociedad, de la unión perdurable de la pareja. Muchas veces se piensa en el matrimonio como culminación, o como meta de un proceso amoroso, lo cual suena muy romántico, pero vacío e intrascendente; y el proceso que debería empezar, en ese momento empieza a terminar. El matrimonio no es ninguna meta, sino un punto de partida, en el cual el amor es una condición necesaria, pero no suficiente. Debe haber una conciencia clara e integral del proyecto llamado familia y de la responsabilidad que implica; y un deseo racional conjunto de asumir el reto que representa. En muchos casos esto no es así. Otras veces la persona, particularmente la mujer, inicia una familia por elevar su estatus social. En todos estos casos, en principio, existe disfuncionalidad, aunque en algunos de ellos, la disfuncionalidad se supera, y la familia luego funciona bien.
  3. Debe tener unos objetivos claros. Normalmente, el objetivo fundamental y natural de la familia es la consecución de felicidad a través de la práctica y proyección de valores de padres sobre hijos y viceversa, y del grupo familiar sobre la sociedad y viceversa. Normalmente, esa consecución de felicidad es lo que los cabezas de familia esperan, pero frecuentemente con la idea de que debe suceder por sí solo, por el simple hecho de esperarlo y desearlo; y no como un objetivo que se va a conseguir a través un claro planteamiento del mismo, y de la aplicación de unos lineamientos, estrategias y acciones que frecuentemente suponen esfuerzo, sacrificio y renuncia. Cuando no existen objetivos, o cuando éstos son equivocados, o cuando no hay claridad en los mismos, difícilmente pueden aplicarse los medios adecuados, y, por tanto, la familia disfunciona.
  4. Adecuada interrelación entre sus componentes. Sistema no significa únicamente la existencia de sus componentes, sino la correcta interrelación entre los mismos.  Una familia que no interactúe, aunque esté formalmente integrada, es una familia disfuncional.         Comunicación. La familia es el ambiente donde la comunicación adquiere su máxima dimensión, porque comprende el intercambio de toda la gama imaginable de cosas que se puedan transmitir. A la vez, la familia es el grupo humano que más comunicación necesita, en todas sus formas, para funcionar adecuadamente. La comunicación es el factor que proporciona cohesión entre los miembros de la familia, y les hace sentirse grupo y funcionar como tal.          Respeto. Cualquier acción que suponga un irrespeto físico o psicológico a cualquier miembro de la familia, es disfuncional.       Firmeza, flexibilidad y tolerancia. La adecuada interpretación y la sabia conjugación de estos tres conceptos es el secreto de la disciplina. Los lineamientos en la familia deben ser firmes para que sirvan como referencia, pero deben tener flexibilidad para permitir la continua retroalimentación. A la vez debe existir un margen de tolerancia para el incumplimiento de normas, evitando con ello la sensación de asfixia que tiende a provocar su estricto cumplimiento continuo. Además, algunos de estos lineamientos pueden ser incompatibles entre sí en algún momento. Un exceso de rigidez es disfuncional porque no considera la imperfección del carácter humano y su capacidad limitada, y, por tanto, puede degenerar en fracaso familiar.
  5. Autoevaluación y retroalimentación. Los lineamientos y valores establecidos para conseguir los objetivos, difícilmente pueden ser todos ellos acertados desde un principio. Es necesario analizar y evaluar sobre la marcha sus resultados y modificar o hacer las correcciones oportunas. Más aún en una sociedad cada vez más dinámica. La rigidez y el dogmatismo de los lineamientos y valores, sin autoevaluación ni retroalimentación, es disfuncional y tiende al fracaso.

 

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