Jul
16

A VUELTAS CON EL ABORTO

Cada vez que algún diputado quiere escalar y hacer méritos en su carrera política tiende a elegir un determinado tema, que toma como estandarte, para convertirse en su adalid. El tema del aborto es, probablemente, el más recurrido. No es la primera ni la segunda vez que pasa; ni será la última. Sería sorprendente que este tema tuviera tanto eco en la asamblea si no fuera por la hipocresía característica de nuestra sociedad, y, sobre todo, por la manifiesta desconexión que existe entre nuestra realidad social y el mundo paralelo en el que viven nuestros diputados y sus “asesores”, tan bien reflejado en un irónico comercial de televisión.

Solo se oyen voces de apoyo y de oposición al aborto, pero nunca he llegado a observar la más mínima iniciativa, a nivel legislativo, encaminada a resolver el problema de los embarazos indeseados, que es el verdadero origen del problema. Nuestros diputados jamás han hecho nada encaminado a enfrentar esta tremenda realidad, más allá de la más que severa penalización. El Salvador es ya de por sí uno de los países de América donde el aborto está más severamente penalizado. ¿Y de qué ha servido? Absolutamente de nada.

El problema continúa exactamente igual o peor, porque sus causas continúan exactamente igual o peor, porque a nivel legislativo nunca se han planteado las causas del problema, como si cada mujer que aborta lo hiciera por frivolidad. Y siendo esto así, a alguien no se le ocurre otra cosa más que luchar por endurecer más aún las penas, como quien trata de hablar todavía más fuerte porque piensa que aún no se le oye. ¿Es ese el tipo de diputados que necesitamos? ¿Hasta ahí llega toda la creatividad de alguien con aspiraciones presidencialistas, y la de sus “asesores”? A veces me pregunto si estamos en el siglo 21 ó en el 15.

Entonces, ¿qué puede lograr un aumento en la severidad de las penas? Déjenme adivinar: no va a provocar que las mujeres ya no aborten, o que aborten significativamente menos, porque los condicionantes que la mujer considera para tomar esta decisión no suelen ser los penales. La mujer sabe que hay formas de hacerlo a escondidas, por sí misma, y esa es la opción que va a tomar. ¿Con riesgo para su salud, e incluso para su propia vida? Por supuesto que sí. Entonces, la consecuencia es que seguirán muriendo fetos, y, además, morirán también algunas madres; más aún considerando que las que queden con su salud dañada no buscarán asistencia médica para que no se descubra su “horrible crimen”.

Y aún la mujer que por la durísima penalización decida no hacerlo, tendrá un hijo que deseó no haber tenido; un hijo que probablemente vivirá todo tipo de condiciones adversas, empezando por las afectivas; un hijo en muy alto riesgo de terminar 15 ó 20 años después en conductas criminales y haciendo daño a la sociedad, y será entonces cuando, después de haberle obligado a nacer, la sociedad le llame «malnacido» y desee que muera, o que mejor no hubiera nacido. La madre se habrá salvado de la cárcel, pero no de la condena social, ni de los efectos psicológicos cuando, como es bastante habitual, el embarazo es producto de una violación, ni de la condena de soportar una situación indeseada impuesta por otros.

Un legislador está obligado a conocer bien el fondo de un problema para proponer una medida, porque ese es su trabajo, y para eso tiene “asesores”; y está obligado a estudiar muy bien las consecuencias que dicha medida puede tener. Cuando un legislador insiste en una medida que se ha demostrado fracasada, y aún le pone una marcha más, poniendo en riesgo más vidas de las que dice pretender salvar, es, cuando menos, muy negligente e irresponsable; más aún cuando lo único que pretende es hacer ruido para hacerse notar, y así escalar.

Ninguna mujer aborta por su gusto; eso es ridículo. El aborto no es una buena solución para nada ni para nadie. No es ni siquiera una mala solución, sino una pésima solución, la peor, la que prácticamente nadie tomaría si hubiera otras mejores. Lamentablemente, muchas veces es la única al alcance de algunas personas. El tema del aborto no es de “aborto sí” o “aborto no”. El aborto no es más que la herida sangrante de un problema social muy profundo, que tiene infinidad de variantes y de ramificaciones, complicadas de analizar, pero que casi todas ellas derivan de dos o tres troncos comunes: machismo, y carencia de educación de la sexualidad.

Las deficientes condiciones que vive un sector mayoritario de la población, en cuanto a machismo y educación de la sexualidad, y que provocan infinidad de embarazos indeseados, no pueden ser ignoradas ni por la asamblea ni por el sector minoritario que sí dispone de educación y de recursos para evitar este tipo de circunstancias, o para, en caso de caer en ellas accidentalmente, salir del apuro visitando muy discretamente algún otro país con una legislación más acorde a nuestro tiempo.

One thought on “A VUELTAS CON EL ABORTO

  1. Para los países de América Latina, sólo nos resta compararnos, a ver quiénes estamos menos peor. El Salvador, bien, me apena mucho no saber casi nada de este país, sin embargo, concuerdo contigo sobre la agenda que desatienden las y los políticos (todos iguales). En algún momento pensé que eran a las mujeres políticas a las que se les debía demandar aún más el que le dieran prioridad a iniciativas feministas, pero ya desde hace un tiempo, creo que todos deben atender y priorizar la misma agenda, esa que se preocupa por la educación y la salud de la sociedad. El embarazo y el abarto, ambos debieran ser considerados derechos, libertades de decisión. Yo, a favor del aborto, de las instituciones que las atienden y de las intituciones y personalidades públicas que lo respaldan.

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