Feb
15

ACOSO POR DOQUIER Y EN TODA EPOCA

Por estos días se estrenó el año pasado “El Escándalo” (Bombshell), una película con tres nominaciones para el Oscar que aborda un tema siempre espinoso: el abuso sexual  y acoso en la industria del entretenimiento. Está basada en un hecho real y tiene como protagonista principal a Roger Ailes, tristemente célebre CEO y presidente de Fox News, tan famoso por llevar la cadena a altísimos ratings y récords de facturación como por su conducta sexual inapropiada.

En  2016, la presentadora de noticias Gretchen Carlson presentó una demanda por acoso sexual contra Ailes que al principio pareció no prosperar, ya que Fox News trató de ocultarlo, como habían hecho tantas veces, y Ailes de negarlo. Después, cuando otra presentadora estrella del noticiero relató una situación similar ya fue imposible parar el escándalo. Megyn Kelly, admitió ser también víctima de las mismas prácticas, y de ahí todo cambió. A la lista se sumaron otras 20 mujeres a la acusación y el canal no tuvo más remedio que despedirlo.

Dicho caso, sumado a los del productor Harvey Weinstein y del actor Kevin Spacey, vuelve a poner en foco el acoso sexual en la TV y el cine. Quizás a diferencia de otras industrias, aquí la decisión de un jefe pueda hacer que una pasante (cuanto más exuberante, mejor) se convierta en una celebridad en cuestión de meses sin la necesidad de mostrar ningún talento. En estos medios abundan los jefes poderosos.

Por otra parte, los que comienzan, especialmente mujeres, suelen ser jóvenes soñadoras y dispuestas a todo por conseguir una oportunidad ante una cámara. Pueden ser bastante inocentes, pero también las hay que utilizan sus atributos físicos para subir posiciones, sabedoras de que, claramente,  allí hay un atajo para llegar lejos… solo hay que pagar un peaje. Al final, se vuelve una práctica tan común para escalar posiciones que incluso aquellas que se resisten a entrar en ese juego pueden verse obligadas a hacerlo para no quedar atrás ante tanta competencia. 

Durante años, los grandes jerarcas de las corporaciones de medios de comunicación gozaron de una amplia impunidad, ya sea por su dinero, por sus contactos y por el poder que ejercían sobre muchos, entre ellos sus propios empleados. Aún con testimonios y evidencias, las empresas tienden a defender al acusado y a negarlo todo, pues la corporación también resulta dañada. En muchos casos, las víctimas se ven obligadas grabar o filmar una conversación o una escena ante el acosador para documentar un acoso y que les crean. Pero a veces, ni así consiguen obtener justicia  ante estas  acciones.

Es bastante complicado ir contra el sistema, y más donde no sólo está en juego el prestigio de un jefe sino la imagen de una cadena de televisión o de un estudio de Hollywood o de cualquier parte. El año pasado, por ejemplo, la actriz Sarah Jessica Parker confesó su experiencia: «Recién hace seis u ocho meses empecé a darme cuenta de las incontables experiencias de hombres comportándose mal, de forma inapropiada conmigo. No sé por qué no fui más valiente, o por qué no me afectaron más algunas de estas cosas».

No solo sucede en la TV y el cine sino en cualquier ámbito, sólo que las víctimas de estos casos son más famosas y una denuncia de acoso sexual tiene un alto impacto. También ocurre, por supuesto, con estudiantes de medicina, u otras carreras, en el ejército y en los lugares más insospechados. Sucederá siempre que haya desigualdades, ambiciones, corrupción e impunidad.

Si a las víctimas normales, generalmente mujeres, les cuesta tanto  denunciar, imagínense cuánto peor es para alguien famoso que tiene que salir a admitir que fue acosada o violada. Sin  duda lo piensan más de una vez, puede ser por vergüenza, miedo a perder lo obtenido, a que nadie les crea o a terminar siendo más victimizadas aún, lo que ocurre con frecuencia. 

Películas como Bombshell, que plantea un caso al nivel más alto de acoso dentro de un medio de comunicación líder en Estados Unidos, ayuda a crear conciencia y deja un claro mensaje para los que se aprovechan de su cargo para abusar sexualmente. No importa lo poderoso que seas, al final la Justicia siempre llega. Eso sí, a veces demasiado tarde y por otros derroteros.

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