Son muchos los riesgos psicológicos que presenta el futuro de los hijos de madres adolescentes, y en muchos aspectos importantes de la vida, incluyendo el fracaso en la escuela, la pobreza y trastornos físicas o psicológicos. Las propias madres adolescentes también sufren múltiples riesgos que conviene aprender a manejar.
El embarazo durante la adolescencia supone, normalmente, una crisis para la joven y para su familia. Las reacciones más comunes incluyen la ira, la culpabilidad y el negarse a admitir el problema. Precisamente la tendencia a ocultar y a negar el embarazo en su primera etapa puede privarlas de asistencia médica durante la misma, lo que resulta en un riesgo mayor de tener complicaciones físicas.
Es muy difícil que una madre adolescente tenga la madurez suficiente para asimilar su maternidad con un mínimo de responsabilidad, pues aquellas adolescentes que sí tendrían esa madurez, también la tendrían para visualizar la situación que se plantearía y para evitar resultar embarazadas. Esa inmadurez es lógica a esa edad. Es edad de divertirse, de aprender, de sociabilizar… y también de enamorarse, pero todo ello sin compromisos ni ataduras que no pueden asumir, porque la inestabilidad emocional es característica de esta edad.
Las adolescentes embarazadas pueden tener diferentes tipos de reacciones emocionales, algunas pueden no querer el bebé, o lo pueden querer de manera confusa e idealizada, o de manera ambivalente; por fuera sí, porque la sociedad así lo manda, pero por dentro no, porque ha roto su vida. La adolescente puede incluso ver la creación de otra vida como un logro extraordinario; pero sin darse cuenta de la responsabilidad que esto conlleva. Quizás quiere al bebé por tener alguien a quien amar; pero no es consciente de la atención que necesita la criatura, ni física, ni afectiva, ni mucho menos educativa y emocional. Algunas adolescentes se sienten abrumadas por la culpabilidad, la ansiedad y el miedo al futuro. La depresión es muy común entre las adolescentes embarazadas.
La forma más segura de prevenir estas situaciones es la educación de la sexualidad desde niños, tanto a ellas como a ellos; y la información de los riesgos y las responsabilidades que conllevan las relaciones sexuales y el embarazo; y eso es tarea de padres de familia más que del colegio. Lamentablemente, los padres suelen estar poco o nada preparados para este tipo de educación; en parte por el tabú cultural que aún persiste, y en parte porque nunca tuvieron oportunidad de aprender a educar.
Es necesario fomentar programas en la escuela sobre la vida en familia y la educación de la sexualidad, y, sobre todo, programas dirigidos a padres para enseñarles a manejar la situación adecuadamente, e insisto en lo de “adecuadamente” porque es un tremendo error, en el que muy frecuentemente se cae, entender que la educación de la sexualidad consiste simplemente en enseñar cómo evitar el embarazo.
Yo lo que opino al igual que usted, es que se debe educar mucho a los jovenes, pero lo que tambien falta mucho hoy en dia es la formacion en valores, estamos expuestos todos a ver la promiscuidad como algo corriente y normal y desgraciadamente ya no se respeta ni la inocencia de los niños, ya ellos usan la palabra sexo, gay, hacer el amor…. ya ni siquiera respetamos que un niño debe ser inocente. Ahi el producto de muchas desgracias. Gracias por el espacio.