Oct
9

BESOS INCOMODOS Y ACOSO II

En una España donde todavía el caso Rubiales y sus repercusiones siguen siendo el tema del día, un nuevo episodio de acoso sexual cobró mucho protagonismo y una ola de indignación atravesó el país y también sus fronteras. Se trató del caso la periodista Isabel Balado,  que estaba emitiendo en directo para el programa En Boca de Todos cuando fue víctima de acoso sexual por parte de un desconocido que pasaba por allí. Las imágenes se hicieron virales.

La reportera, que transmitía en vivo desde la calle Tirso de Molina en Madrid, fue abordada por un transeúnte, quien le tocó el trasero. «Por mucho que quieras intentar preguntarnos de qué canal somos, ¿de verdad me tienes que tocar el culo? Estoy haciendo un directo y estoy trabajando», respondió ella. «¿Yo te he tocado el culo? Perdón. No te quería tocar el culo», reaccionó el agresor, de 25 años. Luego se supo que se trataba de un ciudadano rumano, y pese a que poco después fue detenido, la jueza del caso tomó la decisión de dejarlo en libertad sin medidas cautelares “al no apreciar situación de riesgo, urgencia, violencia o intimidación contra la víctima”.

Casos como éste, sin consecuencias inmediatas, explican en gran parte por qué la cultura machista existente y asociada a la falta de leyes claras hacen que los acosadores sean vistos como ingenuos e inocentes, minimizando todo a una simple anécdota. Es realmente chocante que después del revuelo generado por el Caso Rubiales suceda un hecho así y es como si no hubiese pasado nada; a pesar de ser grabado y transmitido en vivo en TV no solo tocando y burlándose de la reportera sino de varias transeúntes más, el agresor salió libre y ni siquiera le impusieron una multa.

A raíz del sonado episodio de Jenni Hermoso-Luis Rubiales, con la sensibilidad que ha generado, se esperaba algo diferente. Pero el agresor rumano salió indemne. Al menos Rubiales perdió su trabajo, sus privilegios y fue moralmente condenado por todo el mundo.  En este otro caso salió muy bien librado y hasta sin multa. Valdría la pena que las feministas, a veces tan ruidosas y otras no tanto, hicieran un buen escándalo para lograr una condena sentar un precedente.

Actos como el acosador de la calle Tirso de Molina y su impunidad no hacen otra cosa que alentar a otros a hacer lo mismo, con la garantía de que no les espera ningún castigo.  Hay casos que no prosperan porque ocurren en privado, lo que puede hacer que sea difícil recopilar pruebas sólidas para respaldar una denuncia. Sin embargo, algo tan evidente, en vivo y televisado como la agresión a la reportera, no admite discusiones. Es, simplemente, la falta de coherencia que hay en la sociedad, donde hay leyes blandas, pero también jueces blandos.

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