Una nueva estrategia para facilitar el acceso a los Estados Unidos se ha estado utilizando entre los latinos: el alquiler de niños. Cualquier norma que los estadounidenses elaboran con objeto de dar un carácter más humano a las leyes migratorias termina convirtiendose en su punto débil gracias a la viveza latina. En este caso con niños inocentes como objeto de uno de los tipos de explotación más denigrantes que uno se pueda imaginar.
El llevarse las manos a la cabeza, exclamar simplemente «¡Qué barbaridad!», y apelar al derecho de los niños de no ser explotados y de recibir una educación, no es un aporte para la solución de este y de otros muchos problemas de la niñez. Los problemas siempre tienen unas causas, y sin investigar ni profundizar en ellas no pueden existir soluciones.
Si analizamos las circunstancias en las que suceden estas situaciones, observaremos muchas coincidencias: Normalmente suceden en países subdesarrollados, y también en los desarrollados, pero por parte de grupos étnicos minoritarios culturalmente subdesarrollados. Suceden en medios de pobreza y marginalidad; suceden en los medios donde las tasas de fecundidad son mayores; suceden donde la educación alcanza sus niveles más bajos.
¿Es un problema de valores? ¿Es que no se valora a los niños como merecen por su propia condición, y por representar el futuro de las sociedades? Por supuesto que es un problema de valores, pero es que en las condiciones mencionadas sólo puede existir un valor: la supervivencia diaria. La educación no puede ser un valor, al contrario; puede ser una inversión para mañana, pero es un obstáculo para la supervivencia de hoy, y en estas condiciones, la persona no piensa en su futuro; mucho menos en el de las sociedades. La responsabilidad en la paternidad es un problema educativo, y si la educación no es valor, tampoco lo es dicha responsabilidad, y, como consecuencia, la fecundidad es alta. También es la educación la que estimula la conciencia del valor intrínseco del ser humano.
Como todo en la vida vale tanto más cuanto más cuesta, y tanto menos cuanto mayor cantidad hay, en estas condiciones de lucha por la supervivencia hay pocas cosas que cuesten poco, y una de ellas es traer hijos al mundo; lo que cuesta más es sacarlos adelante en condiciones aceptables de dignidad y posibilidad de integración armónica a la sociedad, más cuando eso implica educación y supone obstáculo para la supervivencia. Por todo ello, en esas condiciones no es difícil entender que el mayor valor que pueda tener un niño sea como instrumento que puede ayudar a la supervivencia diaria, de la forma que sea.
Me gustaria que porfavor proporcionara la informacion sobre la cual baso su articulo para darle seguimiento….gracias
Ana, el tráfico de niños en Latinoamérica, es, lamentablemente, una situación muchísimo más común de lo que uno se imagina. ¿Con qué objeto? Pues de lo más variado. Lo que expongo no es más que una «aplicación», pero se trafica con ellos también para mendigar, para explotarlos laboralmente, o sexualmente, para adopciones, e incluso para transplante de órganos. Casi siempre controlado por mafias. Por ello entienda que me limite a hacer una denuncia general de la situación, pero que no pueda dar informaciones más específicas. Probablemente en internet pueda encontrar lo que busca.