Sep
27

EL DAÑO DE LA EMIGRACION

            Recibí una consulta que quiero comentar, porque se trata de una situación cada vez más común, uno de los síntomas del daño que está haciendo la emigración. Se trata de una mujer con una hija de 14 años; una niña que desde que empezó a estudiar ha dado problemas, se calma por unas semanas y vuelve de nuevo a portarse mal. La madre trabaja en Estados Unidos y ella está en El Salvador con el papá. A veces que hablan por teléfono, la niña se pone a llorar y dice que lo hace para que la mamá se regrese. Eso a la madre le parte el alma. Cuando la madre está con ella en El salvador, la niña es aún más manipuladora; por ejemplo, hace que la madre vaya a dormirla por la noche, aunque cuando la madre está lejos, ella puede dormir tranquilamente sola.

            Parece evidente que la hija trata de llamar la atención con su conducta para que su madre esté cerca de ella; cuando la madre está lejos, para convencerla de que regrese, y cuando está con ella, para convencerla de que es necesario que se quede y no la vuelva a dejar. Creo que la madre ya empieza a darse cuenta de lo necesaria que es su presencia para su hija.

¿Será capricho de ella? Definitivamente no. Para cualquier niño o adolescente la necesidad de tener a sus padres al lado, es absolutamente real. Somos los padres los que sabemos que hay que hacer sacrificios, a veces muy grandes, para sostener económicamente el hogar, pero ellos normalmente no llegan a comprender la necesidad de esos sacrificios, o, en cualquier caso, no lo suficiente como para entender que valga la pena.

Aún así, hay ciertos sacrificios, como el de la emigración, de cuya dimensión y trascendencia ni siquiera los padres suelen ser verdaderamente conscientes en un principio, y muchos empiezan a serlo cuando, con el tiempo, se dan cuenta de que el desarrollo de sus hijos que se quedaron en el país ha ido por un camino diferente al que esperaban, y terminan planteándose dudas sobre si valió la pena.

Hijos que empiezan a mostrar conductas inadecuadas tratando, a su manera, de llamar la atención sobre algo fundamental que les falta; hijos que adquirieron otros valores diferentes a los que nosotros deseábamos; hijos a quienes los familiares que quedaron a cargo de ellos no pudieron orientar de forma adecuada por diferentes razones, pero una fundamental: no son sus padres; hijos, algunos de ellos, que se integraron en pandillas callejeras; hijos para quienes muchas veces los padres terminan siendo simplemente esas personas que viven lejos y gracias a las cuales tienen la play-station, el i-pod, y los zapatos de marca, y que de algún modo tienen la sensación de que disfrutar de esas cosas es un don al que tienen derecho sin que ello implique un esfuerzo, porque nunca vieron ese esfuerzo de cerca ni nadie les hizo conciencia de ello.

Pero el problema familiar no acaba ahí. Muchos de los emigrantes terminan construyendo otras familias en Estados unidos y olvidándose de la que dejaron aquí; y lo hacen de la misma manera en que se construyen aquí muchas familias, es decir, de cualquier manera y a medias. Actualmente, más de un tercio de niños latinos que nacen en Estados Unidos lo hacen fuera de un contexto familiar.

Estos son los primeros síntomas del daño que está provocando la migración, y que alcanzaremos a ver en toda su dimensión en las próximas décadas. Lo que permite la supervivencia del país en el aspecto económico, le está haciendo un gran daño social y familiar. El barco que se mantiene a flote de proa se está hundiendo de popa. Quisiera conocer la fórmula de equilibrio para que esto no fuera así, pero de momento solo puedo dar la voz de alarma para que quien corresponda se haga eco de ella.

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