Dic
6

EL ESPIRITU DE LA NAVIDAD

Una nueva Navidad se acerca, y puede ser una buena ocasión para las reflexiones. Pero ello requiere que busquemos el verdadero espíritu de la Navidad. Estas palabras, que año tras año se pronuncian cada vez más, parecen convertirse en paradigma de lo que es actualmente nuestra existencia: Bonitas palabras, bonitas formas; pero cada vez más vacías, intrascendentes, y carentes de contenido y de verdad.

Es bonito el carácter comercial de la Navidad, pero la enorme presión comercial a la que somos sometidos, especialmente en esta época, hace que la obsesión por comprar desvíe nuestra atención del verdadero sentido de la Navidad. Es bonito dar y recibir regalos en Navidad, pero es algo que cada vez más se convierte en tema de compromiso, en cuestión de “tener que quedar bien” con otros, lo cual le quita su verdadero sentido. Es bonito decorar la casa y las calles con luces y adornos en Navidad, pero si no se hace como expresión del deseo de compartir con los demás la alegría de estas fechas, tampoco tiene sentido.

Es bonito reunirse para pasarla bien en Navidad, pero si después de ello no ha crecido un verdadero acercamiento entre las personas, tampoco esa reunión tuvo el verdadero espíritu de la Navidad. Es bonito mandar tarjetas de felicitación en Navidad, pero si nos limitamos a enviar una de esas tarjetas que ya vienen con el mensaje impreso, sin siquiera añadir alguna palabra de nuestro corazón, tampoco tiene significado. Es bonito esperar a Jesús la noche del 24, pero si esa actitud simbólica no se traduce en una actitud real de tratar de encontrar a Jesús en cualquier momento y lugar, en cualquier detalle de la vida cotidiana, tampoco tiene sentido.

El verdadero espíritu de la Navidad debe buscarse en la esencia de todas estas manifestaciones características de la Navidad. ¿Compras? Claro que sí, pero no aquellas que nos imponga la presión comercial, sino las que de verdad nos hagan ilusión o nos sirvan para dar un sentido más puro y más humano a la Navidad.

¿Regalos? Por supuesto, pero no por puro compromiso, sino a aquellos a quienes estamos agradecidos, y a quienes realmente deseamos hacerlo, aunque sea sólo porque sí, y tomando en cuenta que “regalo” no necesariamente significa algo material. Una felicitación, un abrazo, una simple llamada telefónica, un e-mail personalizado, etc., con la expresión sincera de lo que se aprecia y valora a alguien, o de un deseo de acercamiento, pueden convertirse en los más bonitos regalos que una persona puede recibir. Los regalos materiales no pasan de ser complementos, tan baratos que sólo cuestan dinero.

Lo mismo puede decirse de las tarjetas de felicitación. Actualmente casi todas vienen con un mensaje ya impreso, tan bonito como impersonal; como diseñado para quienes no tienen nada que decir. Si usted quiere decir algo a alguien en Navidad, escríbalo usted mismo. No importa si no queda tan bonito en su forma; lo bonito es el sentimiento que lo inspira, que es suyo, y personalizado para la otra persona.

Adorne su casa, y póngase de acuerdo con sus vecinos para adornar su calle con luces.  Ello será el reflejo de una voluntad colectiva y compartida de proyectar alegría. Los adornos luminosos de algunas casas y comunidades son un ejemplo de la capacidad que se tiene a través de la organización, el acercamiento y el acuerdo entre las personas, aunque sea en Navidad. Claro, que si se puede en Navidad, ¿Por qué no el resto de año?

Reúnase con sus familiares y amistades, e incluso con aquellos con quienes debería haber mejor relación. Y pásela bien, pero procure que no sea una simple reunión intrascendente en la que simplemente “la pasó bien”; trate de que la relación con todas esas personas resulte fortalecida y sea más estrecha a partir de ahora. Por último, si quiere encontrarse con Jesús, no vaya a buscarlo simplemente en la noche del 24, porque no lo va a encontrar. A Jesús se le puede ver a cada momento en cada rincón y en cada detalle si nos quitamos los lentes del egoísmo, y no es necesario esperar a Navidad. La noche del 24 es para celebrar que supimos encontrarlo el resto del año.

Deja un comentario