Al mal tiempo, buena cara. La crisis que ha provocado la pandemia del Coronavirus, en la mayoría de los casos acompañado de una cuarentena fastidiosa, se puede afrontar de varias maneras, pero la mejor es hacerla con humor. La risa nos ayuda siempre en momentos de tensión, ya que libera endorfinas y cambia el esquema negativo de las situaciones que afrontamos, llevando dosis de esperanza, relajación y catarsis. Además, como si fuera poco, la risa disminuye el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
El humor tiene efectos
terapéuticos comprobados. Incluso en las consultas de Salud Mental, el
terapeuta debe ser jovial y esperanzador, aunque no iluso ante las
situaciones. Con los niños, el juego saca en la acción los temores
que pueden sentir. Por eso se recomienda utilizar los juguetes para recrear lo
que ocurre y sacar adelante el espíritu de lucha y esperanza. Eso vale incluso
para los ancianos: la esperanza está allí, solo falta que la saquemos.
Ahora que está de moda la
palabra resiliencia, esa capacidad que tienen algunos seres humanos para
adaptarse positivamente a las situaciones adversas, vale aclarar algo: entre las principales
características de las personas resilientes está su sentido del humor. Si alguien puede reírse
de sí mismo y hacer bromas sobre la adversidad, sin dudas tendrá más facilidad
para afrontar los problemas que alguien sin sentido del humor.
La clave es ver la
realidad sin perder el buen humor, sin pretender usarlo como recurso para
evadir la situación. Al contrario, nos ayuda a entenderla. Hay que ver el lado
optimista de las cosas a través del humor, pero humor del bueno: ni grosero ni
negro. Hasta nuestros errores, que todos cometemos, pueden verse desde el lado
positivo y reírnos de ellos.
Sigmund Freud atribuyó a las carcajadas el poder de liberar al organismo de energía negativa. Por lo tanto, atrévase a contar chistes y a ser jovial en estas situaciones, a pesar de todo. Incluso compartir memes, si estos no salen de tono, puede ayudar a arrancar una sonrisa, y eso tiene un valor inmenso en estos tiempos duros.
Baile, cante, juegue con sus hijos, con las mascotas, lea, vea comedias, siga en redes sociales cuentas divertidas… Todo sirve. Póngase al frente al espejo y trate de reír a carcajadas hasta que estas salgan de verdad. A una crisis, entre otras cosas, se la enfrenta con la mejor disposición. El envejecer o las crisis no deben ser motivo de perder el humor. Muévase, ría y piense que mañana hará un día mejor. La risa es contagiosa, y también mucho más benévola que cualquier virus.