May
31

EL RETRASO MENTAL

Por lo general, el término “retraso mental” no se comprende bien y se ve de manera despectiva. Algunos piensan que se diagnostica sólo en base a un cociente de inteligencia (I.Q.) mucho más bajo de lo normal, pero en realidad, para ser diagnosticado como retrasado mental, la persona, además de ello, tiene que tener problemas considerables en su adaptación a la vida diaria.

No obstante, la mayoría de los niños que son retrasados pueden aprender muchas cosas y, al llegar a adultos, pueden vivir de una manera casi independiente; y lo que es más importante, pueden disfrutar de la vida al igual que cualquiera.

Antes se aconsejaba a los padres que internaran a sus hijos con retraso en una institución especial. Hoy día se recomienda lo contrario, que estos niños se queden junto a la familia y tomen parte en las actividades de la comunidad.

El retraso puede estar complicado por otros problemas físicos y emocionales.  Puede ser que el niño no pueda ver, oír o hablar bien. Indudablemente, el potencial del niño se ve reducido en tales casos. Por ello, es importante que se someta al niño a una evaluación minuciosa para determinar cuáles son sus dificultades, así como sus puntos fuertes.  Para ello deben hacerse varias pruebas especializadas de neurología (del sistema nervioso), de psicología, de psiquiatría, de educación especial, del oído, del habla, de la vista y de terapia física.

Los desórdenes emocionales y del comportamiento también son complicaciones frecuentes en el retardo mental, y pueden interferir con el progreso del niño. La mayor parte de niños retrasados son conscientes de que no están al mismo nivel que otros niños de su edad. Algunos se sienten frustrados o ansiosos, se vuelven retraídos y se portan “mal” para atraer la atención de otros niños y de los adultos.

Los adolescentes y jóvenes con retardo pueden deprimirse. Estas personas probablemente no tienen las destrezas lingüísticas para expresar lo que sienten, y su depresión se manifiesta a través de nuevos problemas, bien en su comportamiento, o en su hábito de comer o dormir.  Un diagnóstico a tiempo de la presencia de desórdenes psiquiátricos en los jóvenes con retardo mental puede resultar en un tratamiento oportuno.

Los medicamentos no son la única manera de tratar a estos jóvenes.  La mayor parte de ellos pueden beneficiarse de otros tratamientos psiquiátricos.  Las consultas periódicas con un especialista pueden ayudar a la familia a establecer las expectativas apropiadas, los límites, las oportunidades para triunfar y otras medidas que ayudarán al niño retrasado a manejar el estrés relacionado con el crecimiento, de manera que se pueda sentir una persona satisfecha.

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