En las últimas semanas, Hollywood ha sido noticia por los múltiples casos de abuso sexual. El abanderado es el productor Harvey Weinstein, al que le aparecen casos nuevos casi cada día. Dada su posición de poder en los estudios Miramax, Weinstein se aprovechó de su condición para acosar (y algunos casos violar) impunemente a varias decenas de mujeres en las últimas tres décadas. Ahora que los casos contra él brotan constantemente y son conocidos por todo el mundo, Weinstein se justifica alegando que todo obedece a que sufre adicción al sexo.
¿Existe la adicción al sexo? Definitivamente, no. En el caso de Weinstein, como en la mayoría de las celebridades que admiten padecerlo, lo hacen como excusa para justificar comportamientos inadecuados. Son sinvergüenzas, sinvergüenzas con dinero y poder que lo han convertido en una moda. Se podría explicar que un adicto al juego, a la bebida o a las drogas se pone ansioso ante la falta de los mismos. Pero estos “adictos al sexo” solo son adictos a mujeres bonitas, jóvenes, vulnerables o niñas. Qué curioso. Porque hay otros métodos para saciar el sexo sin dañar a terceros, como la masturbación. Eso tendría el mismo efecto de bajar la ansiedad. ¿Por qué no tener una muñeca inflable? ¿Por qué no ir a un prostíbulo?
El recurso de la adicción al sexo existe porque los abogados de estos sinvergüenzas se han dado a la tarea de encontrar y esgrimir ese argumento. En Estados Unidos hay un dicho que dice que “la Ley llega hasta donde el mejor abogado que puedas pagar». Gracias a Dios, no siempre existe esa impunidad. Ahora sabemos que Weinstein entró en una clínica de rehabilitación en Europa “para recuperarse de su adicción”, pero es todo parte de una puesta en escena muy organizada. Estos señores que se hacen las víctimas por ser adictos al sexo jamás sintieron culpa ni buscaron ayuda hasta que fueron denunciados y llevados a la Corte.
Las adicciones verdaderas llevan un componente de impulso, compulsión y placer, además de angustia y sensación de culpa. Pero aquí vemos que los señores que dicen tener esta adicción no sienten ningún remordimiento hasta que los agarra la Ley. Existen, eso sí, personas que le reclaman sexo a su pareja todo el tiempo, pero no tiene que ver con el acoso ni con la violencia. A las mujeres «adictas al sexo» se les llama ninfómanas y se les ve muy mal. Y no se excusan ante nada, simplemente se les considera sucias. Incluso, las ninfómanas no se aprovechan necesariamente de las víctimas indefensas. Al contrario, más bien ellas terminan siendo utilizadas.
Aunque en este caso se trate de Hollywood y de actrices o aspirantes a actrices las que han sido abusadas, hay que entender que esto le puede pasar a cualquiera. Obviamente, cuando hay involucrada una celebridad todo tiene más impacto, pero esto también le sucede a la gente de a pié. Siempre hay alguien que quiere ejercer el control sobre nosotros: pasa también en los hogares, centros escolares, centros de recogida de menores, oficinas, consultorios médicos, psicológicos, psiquiátricos, empresas, hospitales y un largo etcétera. Lo bueno es que ahora las víctimas empiezan a denunciar y la sociedad comienza a escucharlas sin juzgarlas ni victimizarlas. Ese es, sin duda, un paso adelante.