Muchos padres y madres de familia consideran que para crearles una buena autoestima a los hijos hay que pasar constantemente diciéndoles que son lindos, no hacerles ver si se equivocan, comprarles todo lo que pidan, no contrariarlos, etcétera. Por eso es común que muchos niños, al llegar a la etapa de la escolarización y algunos hasta mucho más adelante incluso, se sientan “el ombligo del mundo”. Suele ocurrir que cuando los compañeros de estudio o de trabajo, o la profesora, o el jefe les dicen que algo no está adecuado empiezan a quejarse de que “estos no les quieren”.
Realmente no se les había construido una buena autoestima; al contrario, no se les había educado de forma adecuada, se había construido una autoestima falsa. Entonces surge la pregunta de cómo se desarrolla una autoestima positiva. La forma general de hacerlo es viendo a nuestros hijos dentro de una concepción global, haciéndoles ver que tienen aspectos positivos y negativos, como todo el mundo, y ayudándoles a resaltar los buenos y corregir o minimizar los negativos.
Crear una autoestima adecuada consiste en hacerles ver sus errores, pero no en forma general, sino más bien como algo puntual que puede ser modificado. Por ejemplo, si a un niño se le derrama algo o no se comporta adecuadamente, no debemos decirle “eres un inútil”, o “nunca te sabes comportar”, sino “bueno, se te derramó esto, a todos nos pasa, limpiemos juntos, y hay que tener más cuidado la próxima vez”, o “lo que haces no es correcto, debes hacerlo así la próxima vez”. Hay que intentar enseñarles a valorar, no comprándoles todo lo que pidan y menos aun lo que no pidan, aunque tengamos la capacidad para hacerlo, sino decirles: “Tienes bastantes juguetes, o comida, etcétera, debes tratar de disfrutar de lo que tienes, que es bastante”.