Jun
18

FALSOS RECUERDOS

Aunque parezca mentira, los seres humanos somos capaces de tener falsos recuerdos. Esto se da, sobre todo, en la niñez. Sin embargo también es frecuente en las personas en estado de embriaguez, bajo el uso de drogas o con un severo estrés.
Hay que tener especial cuidado en el caso de los niños, sobre todo cuando se sospecha que pudo haber sido víctima de un abuso sexual. Con una pregunta mal hecha, sin tino, puede provocar en el niño la sensación de que eso ha ocurrido. Es decir, le creamos falsos recuerdos, por eso este tipo de interrogatorios no son adecuados.

Por supuesto, esto tiene una explicación científica. El proceso de rellenar las lagunas de la memoria se hace “a través de nuestros sesgos y creencias”. A menudo, nuestros recuerdos son fragmentarios y pueden contener distorsiones. Cuando intentamos reconstruir un evento, nuestra mente puede llenar esos vacíos con información inventada o basada en conjeturas, lo que puede resultar en la formación de recuerdos falsos. Por lo tanto, los falsos recuerdos pueden estar alimentados por prejuicios, algo que puede llevar, entre otras cosas, a cometer injusticias. Puede darse, por ejemplo, al juzgar un crimen con el testimonio de los testigos visuales.

«La memoria es un espejo que no refleja fielmente el pasado, sino que lo reinterpreta constantemente», escribió alguna vez el escritor Vladimir Nabokov. Lo peor es que a veces no es tan fácil distinguir recuerdos reales de los falsos, sobre todo a las personas con antecedentes de trauma o depresión, que corren el riesgo de producir recuerdos falsos cuando se exponen a información relacionada con su base de conocimientos. Las aberraciones de la memoria son características notables del trastorno de estrés postraumático (TEPT) y la depresión.

También se le conoce como Síndrome de falsa memoria (false memory syndrome, FMS), la condición psicológica en la cual un individuo experimenta la creencia, expresada con firmeza, de haber sufrido un evento traumático en su niñez o adolescencia el cual en realidad nunca ocurrió.

Nuestro cerebro está sujeto a una serie de sesgos cognitivos que pueden afectar la precisión de los recuerdos. Por ejemplo, el sesgo retrospectivo nos lleva a reinterpretar los eventos pasados desde nuestra perspectiva actual, lo que puede llevar a la distorsión del hecho. Además, el sesgo de confirmación nos hace recordar selectivamente la información que confirma nuestras creencias existentes, lo que puede influir en la formación de recuerdos falsos.

Los hallazgos empíricos sobre las limitaciones de la memoria en personas con TDAH (su déficit de atención y fallas para codificar detalles) indican que los pacientes con TDAH experimentan deficiencias de memoria textuales y, por lo tanto, una mayor tendencia a crear recuerdos falsos.

El trastorno delirante es un tipo de afección de salud mental en la que una persona no puede distinguir lo que es real de lo que es imaginario. Hay muchos tipos, incluidos los persecutorios, celosos y grandiosos, pero pueden tratarse con psicoterapia y medicación con resultados más que aceptables.

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