Feb
5

HIJOS CON TRES PADRES

Este es el titular con el que bastantes medios de comunicación han recogido la noticia de la aprobación por el parlamento británico de la ley que permite la modificación genética de un óvulo con información genética de otro óvulo a fin de evitar graves enfermedades degenerativas previsibles en un futuro hijo. El parlamento británico ha sido el primero en el mundo en dar semejante paso, y las reacciones a nivel mundial no se han hecho esperar, de la misma manera que pasó otras veces en que el avance científico cuestionaba dogmas éticos de buena parte de las sociedades, como la fecundación in vitro, que hoy es una práctica habitualmente aceptada.

Son cuatro, fundamentalmente, los aspectos críticos que separan a los defensores de los detractores de la aplicación de este avance. El primero es la esencia ética de la manipulación genética, algo siempre tabú. Mientras que los científicos se frotan las manos por la osadía de profanar un terreno hasta ahora reservado a Dios, la mayoría de la sociedad muestra, en principio, resistencia y rechazo; y no siempre por convicciones religiosas, sino también por esa tendencia natural que tenemos a resistirnos al cambio, a entrar en lo desconocido; por eso de que “más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer”. Esto es algo que se cura con el tiempo.

Los argumentos éticos basados en convicciones religiosas son otra cosa. Cada quien tiene derecho a mantener sus convicciones, y a interpretar a su manera lo que Dios quiere o no; pero debe recordarse que las convicciones religiosas son libres, subjetivas y personales, y no compartidas necesariamente por muchos otros; y permiten, solo a nivel personal, tomar o dejar lo que la ley permite o puede permitir, pero no deben impedir que otros con otras convicciones diferentes se beneficien de ello, siempre que nadie resulte perjudicado. Se supone que esa capacidad que tiene el ser humano para resolver sus problemas es también un don divino.

Otro aspecto crítico es la puerta que se abre a la “fabricación de bebés a la carta”. Interesante punto. En lo personal, me horroriza la idea del bebé a la carta, pero considero que esta sería una aplicación demasiado frívola de este avance científico. Por el otro lado, me fascina la idea de que la ciencia permita evitar el sufrimiento que supone una enfermedad degenerativa que en un plazo de tiempo termina en la muerte, más aún habiendo pasado por una amarga experiencia de este tipo tiempo atrás. Está en la mano de los seres humanos darle la aplicación adecuada, como casi todo lo que tenemos a nuestro alcance. Y para eso se hacen las leyes, para regular, no solo para permitir o prohibir. En este caso la propia ley es muy clara en que únicamente permite (no obliga) el uso de esta técnica para evitar enfermedades degenerativas.

Un tercer argumento de los detractores se basa en que aun estando enfermo y sufriendo se puede ser feliz, y que el estar sano no garantiza la felicidad. Por supuesto, la felicidad depende de otros factores también, y hay quienes luchando y sobreponiéndose al sufrimiento encuentran una realización personal que quizás no habían encontrado antes, pero son casos particulares que pueden generalizarse. No nos engañemos; yo no conozco a ningún enfermo grave que no quisiera estar sano, ni a ninguna persona sana que quisiera estar gravemente enferma, ni a nadie que habiendo nacido enfermo no le hubiese gustado nacer sano. La enfermedad la prevenimos, la evitamos, nos inmunizamos contra ella; y cuando la tenemos la combatimos; casi siempre sirviéndonos del avance científico, aplicando las técnicas que sean necesarias, técnicas algunas, que aplicadas de otro modo podrían ser dañinas. Y nadie se escandaliza por ello. Entonces, si se tiene la posibilidad de elegir desde un principio entre la salud y la grave enfermedad, ¿Por qué no?

Por último, un cuarto argumento que he leído al respecto hace referencia a que, como siempre, con esta técnica se verán beneficiados solo aquellos económicamente solventes para pagarlo, pero no la mayoría de la población. Yo también me quedé pensando en ello hasta que me di cuenta de que el propio argumento dice “como siempre”. Así es, como siempre. Ello significa que eso pasa siempre a todo nivel. Unos sectores sociales pueden estudiar en los mejores colegios y universidades; otros ni siquiera sueñan con ello. Unos tienen acceso a la tecnología más avanzada; otros solo a lo que llamamos “tecnología apropiada”, que no es más que la que se tiene a mano a mínimo o nulo costo. Unos viajan y vacacionan en cualquier parte del mundo; otros nunca tuvieron una vacación, ni la tendrán. Me temo que esto no es un problema de la ciencia, sino de la desigualdad económica y social existente y que se incrementa año tras año.

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