En Estados Unidos se estima que uno de cada cinco niños crecen en una familia con alguno de los padres alcohólico. Aunque en El Salvador no hay unas estadísticas confiables, la cultura machista que tradicionalmente ha imperado, y que suele enseñar que el consumo de alcohol es uno de los símbolos que caracterizan la condición de hombría, invita a pensar que aquí las cifras no han de ser más favorables.
Esas estadísticas muestran también que estos niños tienen cuatro veces más probabilidades de convertirse en alcohólicos, que están en alto riesgo de sufrir problemas emocionales, y que la mayor parte de ellos han experimentado alguna forma de negligencia o abuso. Los problemas que el alcoholismo de los padres puede ocasionar en los hijos pueden ser muy diversos en función de las circunstancias de cada familia, pero podemos generalizar sobre algunos problemas típicos que pueden surgir en los hijos de hogares de alcohólicos:
Inestabilidad. El hijo se decepciona profundamente y pierde al padre alcohólico como guía y referencia fundamental en su desarrollo y educación. Se sentirá confundido por los continuos cambios de humor y de criterio del padre alcohólico. La ausencia de referencia y de criterio le hará tener un comportamiento inestable y errático, no tendrá unos hábitos ordenados en su vida, no sentirá estímulo para afrontar su futuro y, en general, no confiará en las personas. Probablemente sufrirá o verá violencia doméstica.
Probable fracaso escolar; desinterés en asistir a clase, e interés en andar en la calle. Posible comportamiento antisocial, desde agresividad generalizada, hasta robo o violencia. Probable pensamiento suicida
Culpa. El hijo sentirá vergüenza por la situación familiar, y una profunda tristeza, y no se desempeñará con normalidad fuera del hogar; en algunos casos tenderá a aislarse de los demás junto con su problema, y puede caer en depresión; en otros casos puede tener un comportamiento opuesto, tratando de compensar esa tristeza profunda con comportamientos lúdicos desmedidos y fuera de tono. En uno u otro caso hay alto riesgo de caer en el consumo de alcohol o drogas. La confusión en el hijo puede hacerle interpretar que su comportamiento inadecuado es la causa del alcoholismo de su padre o madre, y se sentirá culpable por ello.
Excepcionalmente, algunos hijos de alcohólicos pueden actuar como «padres» responsables dentro de la familia y entre amigos. Pueden enfrentarse al alcoholismo haciéndose «sobrecumplidores», y mostrando un comportamiento hipermaduro, impropio de su edad. Sin embargo, el drama va por dentro, y los problemas emocionales pueden aparecer cuando sean adultos. Aunque el niño trate de mantener el alcoholismo en secreto, profesores, familiares y amigos pueden detectar que algo no está bien.
Es común que el cónyuge, habitualmente la mujer, se vea obligada a un sobreesfuerzo para compensar la situación, que el daño no sea tan acusado, y que los hijos no pierdan el interés por su futuro y no caigan en conductas de riesgo, lo cual es bastante. Conseguir más que eso no es imposible, pero no es fácil sin apoyo. Ello supone un desgaste emocional enorme.