No, no se trata de ninguna amenaza de guerra. ¿Eso pensaron?. No, la amenaza oriental debe entenderse en todo sentido excepto, precisamente, ese. Y no es que no existan antecedentes históricos que sitúen a países orientales en una posición beligerante, pero más como actitud de disciplina hacia un ideal u objetivo colectivo ya caduco, que como respuesta individual a un estímulo. En todo caso eso es inimaginable hoy día.
Y precisamente esa cualidad que tienen ellos, la de la disciplina, es una de las muchas que hacen pensar que entre los países emergentes, ellos son los principales candidatos a dar el salto de calidad hacia el desarrollo, siguiendo el modelo de los que ya hace tiempo que lo lograron, como Japón, o tienen ya bastante camino recorrido, como Corea o Taiwán. ¿Y Latinoamérica? Pues todo indica que estamos condenados a estancarnos. O sea, que ni para atrás ni para adelante. Y esa es precisamente la amenaza, que mientras nosotros siempre esperamos siempre la ayuda de otros para despegar y cuando la tenemos la mal administramos (por decirlo suavemente), ellos gestionan las cosas con otra filosofía.
Es bien conocida la reciente catástrofe natural sufrida por Japón. Mucho más fuerte que la salvadoreña de hace diez años. ¿Alguien les ha visto llorar? ¿Alguien les ha oído quejarse? ¿Alguien les ha escuchado reclamar ayuda al mundo entero? ¿No la necesitaban? Es relativo. Supongo que ellos mismos están convencidos de que realmente no necesitan ayuda exterior. Se ayudan unos a otros y, sobre todo, a si mismos, y con seguridad, en poco tiempo el país estará como nuevo, y «aquí no ha pasado nada».
Bueno, ¿Y China? Pues yo lo que pude ver cuando fui, es más de lo mismo, gente sacrificada, pacífica respetuosa y disciplinada. Dicen que los productos chinos son de mala calidad. Bueno, hay de todo. A todos nos gusta comprar gangas, pero si pagamos cinco dólares por un equipo de sonido, no podemos esperar que encienda a la segunda vez. Pero hay numerosas grandes compañías prestigiosas, americanas y europeas, que producen en China y no pueden arriesgar su prestigio por eso. En india se están especializando, entre otras cosas, en procesamiento del servicio de atención al cliente para empresas europeas y sobre todo norteamericanas. El secreto es que son disciplinados y no les importa vivir con poquito mientras crecen. La consecuencia es que los puestos de trabajo se crean allá y no aquí.
No se puede entender el desarrollo sin la educación. El último informe sobre educación a nivel de bachillerato, elaborado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico muestra a varios países asiáticos en los primeros lugares del ranking; los latinos, muy atrás. Más aún, la fundación Paul & Daisy Soros en USA ofrece jugosas becas anuales para estudios de postgrado a «nuevos americanos» con mérito para ello. La mayoría de beneficiarios son asiáticos. Latinos… poquitos, pese al talento natural de los latinos, y pese a ser éstos la mayor minoría en Estados Unidos. ¿Y qué tiene que ver todo esto con la familia? Pues que si ha sacado alguna conclusión, puede aplicarla a la educación de sus hijos.