Hola, soy Sultán; un perro común y corriente que no pretende presumir de su raza. De lo que sí me siento orgulloso es de mis amos, con quienes tengo una excelente relación. Pocas verdades hay en la vida más ciertas que aquella que dice que el hombre -o en este caso la mujer y los niños- son el mejor amigo del perro, aunque realmente es al revés, yo soy el mejor amigo de ellos. Por eso yo soy el perro más feliz del mundo: solo necesito abrazar o lamer a mis seres queridos para lograr esa sensación.
Deseo contarles que también he tenido una familia canina; desgraciadamente mi pareja murió, pues habían dejado que se embarazara muchas veces. Yo, afortunadamente, solo salgo a la calle con mis amos, pues cuando una perrita anda en celo… me vuelvo un «perro» y no paro hasta que se embaraza… Les recomiendo a los humanos, que por favor esterilicen a sus animalitos, pues así no habrá muchos huerfanitos en las calles; todos merecemos un hogar…. Y me da mucha tristeza ver a perros callejeros, los cuales suelen ser maltratados, también traten de adoptar y de cooperar con los albergues y personas de buen corazón que desean ayudarnos.
Los animales tenemos muchos sentimientos, y hay personas que no llegan a comprenderlos, pues no nos comunicamos como ellos, pero aquellos que han tratado con nosotros saben todo lo que podemos amar, sufrir y hasta llorar en silencio. Somos muy fieles y amamos mucho a los seres humanos. Mi ama dice que somos ángeles que Dios manda a la Tierra .
Perdonen si ahora que estamos en Navidad me pongo algo sentimental, con miedo y un poco de mal humor. Todos los años me sucede lo mismo. Es que si mis dueños están mal, yo no puedo estar bien. La veo correr agitada, levantarse sin deseos… También, la vi bajo un intenso stress confeccionando listas y listas de regalos, organizando comidas y preocupándose por cómo arreglar la casa para la llegada de los invitados, cuya lista aún no termina de decidir.
¿Por qué vive así? Esa fue mi primera pregunta. No lo entiendo. Si todos dicen que ésta es la época más linda del año, ¿cómo se explica tanta angustia y tanta tensión de parte de la gente? Tampoco entiendo por qué tienen que asociar la Navidad a lo estruendoso. Eso es lo que más sufro, sobre todo cuando empieza el bombardeo de cohetes y pólvora que me deja aturdido.
Yo sé que los humanos parecen sentirse más alegres si hacen un escándalo de su alegría y si es visible a todos. Normalmente gritan de entusiasmo, beben hasta emborracharse y explotan cohetes para demostrar con ruido su felicidad. A mí, como a todos mis colegas perros, dichas explosiones me hacen sufrir mucho. Para empezar, me dan miedo. Me molesta los oídos y me desagrada el olor a pólvora quemada, además intuyo el peligro que eso genera. No es más feliz ni mejor aquella familia que revienta más pólvora.
En tiempos como éste, donde prima el consumismo extremo, no hay nada como una caricia o una demostración de afecto. Siento que mis amos solo están tranquilos los pocos minutos al día en los cuales aprovecho para descansar en sus regazos. Ese momento es de felicidad plena, tanto para mí como para ellos.
Muchos asocian la Navidad al poder de gastar y gastar en regalos, a competir por tener la mejor iluminación, a organizar las mejores fiestas e ir a los mejores lugares… En fin, al consumismo en su máxima potencia. Se olvidan de que esta es una festividad religiosa, de practicar la caridad y de agradecer por todo lo que tenemos. Yo, en cambio, soy feliz con mi amo cerca, acariciándome y dándome la seguridad de ser amado…. Solo eso me importa.
No es que falten mensajes positivos en la Navidad, porque los hay a montones. Lo que nos hace falta es vivirlos y dejar de lado la superficialidad. De parte mía y de mi familia les deseo que pasen bonitas fiestas y abracen mucho a sus seres queridos.
Nosotros vivimos menos que los humanos, tal vez por eso no desperdiciamos ni un minuto para hacerles sentir lo mucho que significan para nosotros.