Nov
29

LAS MASCOTAS EN EL DESARROLLO DE LOS NIÑOS

Indudablemente, el apego a los animales, así como a las plantas, es una expresión del vínculo entre el hombre y la naturaleza en la que ha sido creado. Para los niños, es evidente que todo animal de compañía es centro de atención.

Es fácil observar cómo éstos se acercan inevitablemente a un perro en el parque. Las ganas de jugar de los animales, su afecto incondicional o su propia actitud hacia los humanos los hacen irresistibles para los niños, para quienes el animal, además de ser un vínculo de integración a la naturaleza, se convierte en un buen compañero de juego, y en un amigo.

Ello consigue multitud de efectos beneficiosos para los niños, pues les ayuda en su propio desarrollo personal, social, emocional y cognoscitivo. Todavía no existen investigaciones profundas al respecto, pero la observación diaria lo confirma. En general, los beneficios de la convivencia con mascotas son de muy diferente tipo.

Por un lado le facilitan el aprendizaje y la comprensión de todos los aspectos de la vida. Las relaciones sexuales, el embarazo, las enfermedades, e incluso la muerte, se hacen mucho más comprensibles, pues todos los procesos de la vida animal se desarrollan con absoluta naturalidad, sin intervención de la moral o de las conveniencias sociales.

Por otra parte, cuando se tiene algún animal al cargo, también se produce un mayor desarrollo personal y social. A la vez que son un buen argumento para que se inicien en la responsabilidad de cuidar y educar; de repente los niños descubren que no sólo son importantes para sus padres, sino que son importantes y necesarios para alguien que depende de ellos, mejorando así su independencia y su desarrollo emocional.

Además, las mascotas brindan un gran apoyo social, precisamente por ser una fuente de afecto incondicional y por la enorme curiosidad que despiertan en el resto de los niños, favoreciendo una mayor interrelación con otras personas ajenas a su entorno más directo.

Sin embargo, y aunque es evidente que existen efectos beneficiosos por el mero hecho de poseer una mascota, los escasos estudios efectuados hasta la fecha parecen demostrar que la mera convivencia no es suficiente. La mayoría de los beneficios mencionados se aprecian principalmente cuando existe una implicación emocional con el animal.

Ello nos lleva a plantearnos que no cualquier tipo de mascota es igualmente beneficiosa para el desarrollo del niño. Hay mascotas, como los peces, con los que, pese a ser muy bonitos, el niño no pasa de ser un mero espectador, sin poder interactuar ni implicarse emocionalmente con ellos.

Otro tipo de mascotas, como pájaros, conejillos, o reptiles, permiten un poco más de interacción, pero la implicación emocional tampoco es mucha.

Con los gatos la interacción puede ser bastante mayor, aunque su característico egoísmo hace que esa interacción vaya mucho en un sentido, y poco en el otro.

Por último, los perros, por su inteligencia y su característica lealtad, nobleza e incondicionalidad, se constituyen en las mascotas ideales para favorecer el desarrollo de los niños.

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