En estas navidades la mayoría de los padres hará un importante esfuerzo económico, con frecuencia por encima de sus posibilidades, para satisfacer la ilusión de sus hijos de que Santa les traiga bastantes y costosos regalos. Muchas veces se dejan llevar únicamente por la buena intención de complacerles, tratando de demostrar con ello su amor, aunque quizá desconociendo una serie de aspectos a tomar en cuenta:
El amor es un sentimiento inmenso, y su mayor expresión sobre los hijos es mediante el afecto, la guía, la compañía y la adecuada y completa educación; no mediante la compra de juguetes, aún en Navidad.
No es lo mismo desear que valorar. Es sabido que las cosas no suelen valorarse cuando no cuestan y se tienen en exceso. Si lo único que les cuesta es decidir qué diez juguetes elegir entre todos los de la amplia oferta, es casi seguro que no valorarán ninguno, aunque los deseen.
Comprenles pocos juguetes; únicamente los que Uds. hayan notado que les hacen verdadera ilusión, siempre que no sean antieducativos. Y si entre ellos no hay ninguno educativo, si puede, incluya alguno como extra.
Un juego educativo no es el que enseña a leer o a sumar, que eso se aprende necesariamente en el medio escolar; sino el que desarrolla destrezas como creatividad, memoria, concentración, razonamiento, etc.
La presión comercial tratará de convencer a sus hijos de «exigir» muchos y sofisticados juguetes. A unos les interesa su negocio; a usted le interesa la educación de sus hijos.
En general, opte por la sencillez. Un camión de bomberos superautomático que «juega solo», será el protagonista del juego, y su hijo un simple espectador que pronto se aburrirá. Un camión de bomberos normal es mejor, pero no es más que un camión de bomberos. Un camión simple puede ser un camión de bomberos, o de construcción, o militar, o de lo que decida el verdadero protagonista del juego: su hijo.
Lo anterior es un razonamiento al alcance de un adulto, pero difícilmente asequible para un niño, quien deslumbrado por sus mil y una funciones pedirá los juguetes superautomáticos. Quizá tenga que acceder al menos a uno de esos deseos para no ver frustrada su ilusión, cosa que tampoco es buena; pero aproveche la ocasión para empezar a crearle conciencia sobre el tema. Cuanto más cercanos estén los padres a sus hijos, más fácil será.
La cantidad y sofisticación de los juguetes que piden los niños es en alguna medida indicador de la relación entre padres e hijos. Estos tienden a querer llenar con juguetes los vacíos que hay en otras áreas de su vida, particularmente la emocional y afectiva.
Los padres también fuimos niños un día. Recuerde. Los juegos o juguetes de los que más gratos recuerdos tienen quienes ya dejamos de ser niños, son juegos o juguetes sencillos; muchas veces autofabricados. A nuestros hijos les pasará lo mismo.