Perder un ser querido, especialmente un cónyuge, es un drama del que necesitamos un tiempo para reponernos emocionalmente. Durante ese período, al que solemos llamar duelo, tratamos de reinsertarnos a la sociedad de manera progresiva. ¿Pero qué pasa con nuestra vida sexual? Normalmente, y por varias razones, está lejos de ser una de las prioridades. Y así, puede pasar un tiempo prolongado sin que tengamos relaciones sexuales. No hay un limite de tiempo para volver a tener sexo después de la muerte de una pareja. Depende de cada quien y su entorno. El círculo íntimo -hijos y familiares más directos- es clave, y sin duda condicionará en la decisión. El famoso “qué dirán” puede ser también una barrera infranqueable.
Sin embargo y considerando que el duelo es una fuente de tristeza y dolor, es decir un período de mucha tensión, podría pensarse que los seres humanos podrian recurrir al sexo en esta circunstancia para evadir esa tension interna. Pero no es tan común, ya que aparece el tabú religioso. El sexo, que se asocia a la alegría y al extasis, va a contramano del duelo austero que impone la sociedad para aquellos que recientemente han perdido a un ser querido.
No obstante, y guardando la discreción del caso, no está desaconsejada la sexualidad tras una pérdida sensible. Como digo, siempre y cuando ésta no sea forzada ni nos genere per se una sensación de culpa y malestar. Puede que muchos vean mal esto, ya que lo relacionan como una falta de lealtad y falta de amor al difunto. En algunos lugares las viudas visten de negro toda la vida, sobre todo antiguamente; en otros un año o menos. Todo es cultural, ya que el dolor se lleva en el alma y va más allá de la abstinencia sexual. Más allá de todo, es evidente que puede aparecer un sentimiento de culpa, algo parecido a lo que sienten los sobrevivientes de catástrofes u otras tragedias.
También estará relacionado con el tipo de muerte de la pareja y el tiempo en que la muerte tardó en llegarle, además de la calidad de relación matrimonial. No es lo mismo si el cónyuge muere repentinamente en un accidente automovilístico que si lo hace tras una larga agonía de una enfermedad terminal. Es bastante común perder el deseo sexual ante una situación así, pero hay excepciones. Recordemos que la sexualidad también proporciona catarsis y placer, además de relajación, aunque no siempre un acto sexual nos lleve a eso.
Joan Price, escritora estadounidense experta en sexo para personas mayores, escribió un libro llamado Sex after Grief, luego de enviudar en 2008. Allí, además de contar su experiencia sexual tras el duelo, comparte diferentes actitudes ante el mismo tema: “algunos se lanzaron al sexo rápidamente, otros tardaron años; algunos se apartaron de la posibilidad sexual. Algunos compartieron sus cuerpos pero no sus corazones. A medida que estas personas abran sus vidas y pensamientos privados, te darás cuenta de que nadie está equivocado y que ninguna elección es defectuosa o vergonzosa”.
También hay casos en donde parece que el duelo ya está elaborado, pero es una sensación errónea y nos puede generar a una gran frustración: nada de lo que puedan aportar otras personas nos satisface simplemente porque aún no estamos predispuestos a recibir ni de entregarnos, y se tiende a pasar de una relación a otra pensando que ninguna es adecuada. Esa es una señal que todavía no estamos en condiciones de asumirlo, y en algunos casos esas sensaciones no llegarán nunca. Es importante aclarar: una pareja es algo mas que sexo, implica una compenetración total y no siempre se vuelve a alcanzar.