Oct
11

MADRES DE HOY

Tradicionalmente nuestra cultura ha contemplado el papel de la mujer exclusivamente dentro del marco del hogar, no permitiéndole ninguna otra actividad, por considerarse incompatible con las tareas domésticas y el cuidado y atención a los hijos. La elevación del nivel educativo femenino, su deseo de realización personal más allá de las cuatro paredes de la casa, y la necesidad de mayores ingresos para satisfacer los horizontes más amplios que la propia educación permite, han empujado a la mujer a incorporarse al mundo laboral y profesional, donde su trabajo brilla al mismo nivel que el de los hombres, aun cuando, todavía, la propia cultura tienda a bloquear este reconocimiento.

Es la propia mujer la que tiene que pelear el espacio laboral o profesional que le ha venido negando una cultura que, por otro lado, sigue manteniendo al género masculino lejos de los quehaceres domésticos, así como del cuidado y educación de los hijos, tareas que siguen siendo una responsabilidad añadida para la mayoría de mujeres trabajadoras, máxime cuando, como ocurre en muchos casos, se trata de madres solas o separadas.

Ello implica un sobreesfuerzo para la madre trabajadora, aún insuficientemente reconocido.  ¿Cómo se consigue salir adelante con todo? La verdad es que no es tan fácil, pero el hecho de haber tenido que abrir camino y derribar ciertas barreras, ha acostumbrado a la mujer trabajadora a ser luchadora y a ganar algunas batallas más duras que esa; y las claves para conseguirlo se resumen en muchos casos, en, simplemente, QUERER HACERLO, y en otros muchos, en no tener más remedio que hacerlo.

Indudablemente, el avance de la tecnología permite comodidades que facilitan bastante la labor, pero pese a todo, la madre trabajadora se ve obligada a estar permanentemente activa, a renunciar prácticamente al ocio, y a descansar únicamente lo justo para poder mantener la actividad diaria. A no ser que se tenga la ayuda de una empleada, no se puede ser muy exigente con la limpieza de la casa, la limpieza y el planchado de la ropa, o con la cocina, porque el tiempo y las energías no dan para más, sobre todo cuando además, una parte importante de ese tiempo hay que perderlo necesariamente en el transporte.

Es cuestión de prioridades. Los demás miembros de la familia deben plantearse si son las personas las que deben estar al servicio de la casa, o la casa al servicio de las personas. Si el dilema se lo plantea el padre consigo mismo, sin duda decidirá que es la casa la que debe estar al servicio de él, de su trabajo, y de su descanso; y no le falta razón. Si el dilema se lo plantean los hijos, también decidirán que es la casa la que debe estar al servicio de ellos, de sus estudios, y de su ocio; y tampoco les falta razón, porque lo importante son las personas; la casa y cualquier cosa material no son más que instrumentos para la satisfacción de las necesidades humanas, y para su bienestar. Y con ese mismo razonamiento, la casa también debe estar al servicio de la madre, y no al revés.

Claro, que llegado a este punto surge la necesidad de que alguien se ocupe de la casa para que la casa pueda satisfacer nuestro bienestar. Según lo anterior, lo lógico es que las tareas inherentes al mantenimiento del hogar sean compartidas por todos los miembros de la familia en la medida de su capacidad  y disponibilidad. Y aún cuando se acepte esto, probablemente seguirá siendo la madre la que más participe en estas tareas, pero entonces lo hará de mucho mejor ánimo, al poder descansar un poquito más, y al sentir la ayuda de la familia.

Pero no debemos ver a la madre de hoy únicamente en su doble papel laboral, el de ama de casa, y el de su trabajo fuera del hogar. La madre de hoy se enfrenta a un reto más, pues empieza a tomar conciencia de que ser buena madre es algo muy diferente a ser buena ama de casa. Mientras que ser ama de casa es simplemente un trabajo, ser buena madre es la respuesta positiva a la enorme responsabilidad que significa educar y preparar a los hijos para el futuro. Prepararles la comida es ser buena ama de casa; enseñarles buenos hábitos alimenticios es ser buena madre. Llevarles al colegio es ser buena ama de casa; motivarles permanentemente en el estudio y el esfuerzo es ser buena madre.

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