Oct
28

PADRE AUSENTE

Constantemente conocemos noticias de personajes famosos, máximos triunfadores en sus carreras, en sus respectivas áreas, que a nivel privado, a nivel familiar dejan mucho que desear o resultan ser verdaderos fracasados. En los últimos días he leído noticias sobre dos de ellos. Uno es Steve Jobs, quien tuvo una hija de la cual se desentendió, como su propio padre biológico había hecho con él. El otro es John Lennon. Su hijo ha declarado «Mi padre le cantaba al amor, pero nunca me lo dio a mi».

¿Existe acaso una relación inversa entre el éxito profesional y social de las personas, y su éxito personal y familiar? Es discutible. Tantos ejemplos como los expuestos anteriormente parecen indicar que existe cierta incompatibilidad, aunque por otro lado pueden encontrarse también ejemplos (menos de los que sería deseable) de lo contrario. Exito profesional y social habitualmente van de la mano, especialmente en carreras expuestas a la opinion pública y medios de comunicación, y hay quienes una vez que lo han alcanzado renuncian total o parcialmente a él para dedicarse a su familia. Hay otros que en un determinado momento reconocen llegar a una disyuntiva en la que se ven obligados a elegir, sabiendo que elegir lo uno significa renunciar de algún modo a lo otro.

Todo ello tiende a confirmar que aunque teóricamente no puede reconocerse dicha incompatibilidad, en la práctica sí parece existir en mayor o menor medida, en función de las exigencias de la carrera profesional. Y tiene bastante lógica; el éxito social y profesional requiere, normalmente, de mucha dedicación y atención a infinidad de compromisos, que tienden a restar tiempo y energía para dedicar a la familia. Y ello es mucho más acusado en hombres que en mujeres, debido al instinto maternal, que supone un inevitable vínculo difícil de olvidar. Quizás porque no se reconoce un «instinto paternal» es que es más fácil para los hombres olvidarse del compromiso familiar.

Pero es más que eso. En muchos casos los compromisos sociales y profesionales son intensos pero ocasionales, y fuera de ello, puede elegirse dedicar tiempo a la privacidad y a la familia. En otros muchos casos puede dosificarse el nivel de dedicación al éxito profesional y social en función del compromiso que se siente con la familia.. Y sin embargo no se hace.¿Por qué? Porque la mayor dedicación a la carrera o a la exposición pública proporciona más reconocimiento social y más dinero, y ambos son como una droga que embriaga y alimenta la vanidad de la que parece haber tanta gente necesitada. Obviamente no parecen encontrar en la dedicación a la familia la misma recompensa.

Mencionaba antes que esto es más común en el hombre por no reconocerse un «instinto paternal». Sin embargo, sí existe dicho instinto paternal, y bastantes hombres lo saben. Solo que, lógicamente, no tiene un carácter tan biológico como el maternal. Pero basta que un padre limpie a su bebé, lo bañe, o le dé pacha, o lo cargue en brazos, o lo bese, o simplemente deje que le agarre un dedo, para que empiece a surgir ese instinto paternal y a embriagarse con él. Lamentablemente, muchos «padres»no han tenido esa experiencia, ni su hijos la experiencia de tener un padre presente. Mi reconocimiento a todos aquellos, especialmente hombres, que renuncian lo suficiente al éxito social o profesional por anteponer la dedicación a sus hijos. Pero el mayor reconocimiento lo tendrán de sus propios hijos.

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