Nov
10

PADRES Y VIOLENCIA EN MEDIOS

Nuestros hijos cada vez están más expuestos a situaciones de violencia, droga, discriminación y/o escenas sexo. Es casi inevitable. Nos bombardean desde anuncios publicitarios, redes sociales, películas o series de televisión, y ya no importa tanto si es ficción o realidad. A veces pasa con tanta frecuencia que ya se asume como algo normal, y por lo tanto aceptable. El problema en esto de normalizar estas situaciones, es que ya no nos parece tan mal y hasta podríamos intentar imitar, con las consecuencias que eso acarrea.

Si un personaje de la serie hace bullying y luce cool, ¿cómo no caer en la tentación de imitarlo? Si el héroe de la película consigue todo por la fuerza, ¿por qué no replicar sus modos? Lo primero que hay que evitar es que nuestros hijos se vuelvan inmunes al horror de la violencia y, mucho peor, que la adopten como un modo de resolver problemas.

Como padres, lo primero que tenemos que entender es que este tipo de situaciones cada vez se da más y el camino parece irreversible. Es la vida real, con la crudeza visual que a veces nos azota, y debemos afrontarla. Esos temas hay que tratarlos desde tempranas edades, con naturalidad y sin aspavientos. Pero, por supuesto, de forma detallada y acorde a la edad de nuestros hijos.

La primera reacción podría ser alejarlos de las redes sociales y prohibirles ver series y películas así. Pero no es la solución. Los niños ys adolescents son curiosos por naturaleza. Prohibir equivale a motivarles esa curiosidad por descubrir lo que está prohibido, y por qué está prohibido, lo que equivale a sugerirles que lo hagan. Debemos tratar de matizar, explicar qué cosa no nos agrada de ciertas películas y/o series, y detallar los peligros existentes.

Algo está comprobado, la presencia de tabaco en las películas estimula a los adolescentes a empezar a fumar. Esta fue la conclusión de un estudio desarrollado por investigadores de Argentina publicado en The Journal of Pediatrics, que además coincide con otras investigaciones realizadas en México, Estados Unidos y Europa.

Explicar que a veces la realidad la pintan muy cruda o falsa, que pueden darnos deseos de repetir lo que vemos en la pantalla sin comprender que ellos son actores. Es decir, que siguen un guión, que es ficción y que tienen hasta dobles para realizar ciertas escenas de riesgo.

Algo parecido ocurre con los videojuegos que exaltan la violencia. Conviene platicarles sobre las consecuencias de lo que puede generar y, sin prohibirlos, evitar todo el tiempo posible su compra… que se lo vayan ganando. Además, así ganamos tiempo y vamos aprovechando para hacerles ver por qué no nos gustan. También se les puede poner límite de tiempo para jugarlos o, mejor aún, jugar con ellos, para opinar sobre la violencia.

La clave no está en la prohibición sino en la educación, como muchas otras cosas. Y la educación no debe ser magistral, al contrario; nosotros debemos plantearles la realidad tal cual es y, bajo nuestra orientación, estimularles a que ellos saquen sus propias conclusions. Lo bueno es que no les estamos imponiendo nada, sino que son sus propias conclusions las que les servirán de referencia. Podría decirse que se educan a sí mismos sin más que nuestra orientación.

Es cierto que la TV y el cine influyen mucho en nuestras vidas, al igual que la internet y la tecnología, pero si logramos matizar los hijos pueden ser nuestros aliados. Porque si no les abrimos los ojos nosotros, otros -y probablemente con malas intenciones- lo harán y causarán mucho daño.

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