Sep
20

SOLIDARIDAD EN LAS TRAGEDIAS

Estamos viviendo un tiempo de tragedias, un momento donde la furia de la naturaleza parece haberse desatado sin piedad y cada vez nos golpea más fuerte. Imprevisibles, letales, devastadores. Las imágenes del reciente terremoto en México hablan por sí solas, lo mismo que las del huracán Irma en Florida o las de Harvey en Texas hace unas semanas atrás.

Más allá de las enormes pérdidas, tanto humanas como materiales, hay algo para rescatar: en situaciones límite como esta: la solidaridad de la gente para ayudar desinteresadamente al otro. No es al familiar, no es el amigo, es al que lo necesita, por más que éste sea un desconocido. En estos casos, que vale la pena estudiarlos detenidamente, las personas se ponen en la piel de los otros, y se produce una empatía. Sienten el dolor humano, saben que podrían ser ellos mismos quienes pasen esa situación. Y una manera de agradecerle a Dios -y también a la naturaleza- es volcándose a ayudar a los demás. Es cierto que no siempre es así, desgraciadamente. Se han dado casos donde roban, acaparan cosas para venderlas más caras y especulan con las necesidades del damnificado, pero por suerte son excepciones.

En estos últimos días hemos visto gente ayudando a rescatar personas en medio de tormentas, inundaciones, derrumbes… Eso es lo que yo llamo “el amor universal”, ya que por algo somos hermanos y compartimos el mismo planeta además de muchas otras cosas. El altruismo queda de manifiesto y también en la voluntad de ayudar existe, aunque probablemente inconsciente, el deseo de ser un poco héroes.

El sentimiento de solidaridad es espontáneo. Vemos gente que ha regalado lo que tenía en exceso. A nosotros nos regalaron hielo. Unos ponían anuncios para donar, otros ofrecían tablas, otros se dedicaban a buscar animales perdidos, otros prestaban sus casas como refugios, llevaban comida y mantas a los damnificados, incluso consuelo y diversión.

Esto también funciona por contagio. Si algunas celebridades se solidarizan y hacen actos para recaudar fondos, mucho mejor. Eso le pone la guinda y lo hace más grande, pero estoy segura que aún sin ellos la gente haría lo mismo. Que alguien famoso se involucre genera más impacto y obviamente se recaudará más dinero, pero el resto de la población igual lo sigue haciendo. De alguna manera es como la parábola de la viejecita que dio los pocos centavitos que tenía.

Otro aspecto a plantear, sobre todo en la era de las redes sociales y la inmediatez, es hasta qué punto influyen las fotos y vídeos mostrando una catástrofe para sensibilizar a la persona. Creo que bastante. La verdad, pese al amarillismo también concientizan y mantienen el impacto vigente. No dejan que uno se olvide rápidamente y pase de página.

Eso sí, el que es miserable, lo será siempre. A la larga ellos son más infelices, pues el dar, el colaborar, llena una parte espiritual que tenemos las especies animales. Lo digo así, pues hasta los animales son felices ayudando, aunque hay humanos que no conocen ni conocerán esa dicha.

Por eso es importante la educación y los valores. A los niños se les debe educar para ser solidarios, para que den lo mejor y que disfruten con los buenos gestos, ya sea a conocidos o extraños. Cuando se crían en hogares mezquinos, en el que todo es para adentro y donde el más vivo es el que esconde las cosas, así serán también de grandes. Las naciones y sus ciudadanos también se educan en valores cuando sus gobernantes dan el ejemplo. Pero el ejemplo en serio y no solo de «cara a la foto».

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