Sep
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TRASTORNO MANIACO-DEPRESIVO

El trastorno maníaco-depresivo es poco común en los niños pequeños; suele comenzar en la adolescencia y también en la primera etapa de la adultez (antes de los 35 años). Esta enfermedad puede afectar a cualquiera; sin embargo, si uno o ambos padres sufren el desorden, hay mayor probabilidad de que los hijos también lo desarrollen.

Los adolescentes con el desorden maníaco-depresivo sufren cambios de humor continuos, entre extremadamente agitados (fase maníaca) y deprimidos.  La agitación puede alternar con la depresión, o puede sentir los dos extremos casi al mismo tiempo. Este desorden también es conocido como trastorno bipolar.

El desorden maníaco-depresivo puede comenzar tanto con síntomas maníacos como con síntomas

SÍNTOMAS MANÍACOS INCLUYEN:

  • Cambios de humor pronunciados en comparación a otros jóvenes de la misma edad. De repente puede pasar de sentirse exageradamente contento y risueño a estar demasiado irritable.
  • Sensación de estar en un nivel sobrehumano, por ejemplo, sentirse especialmente próximo a Dios, a lo oculto, etc.
  • Aumento extraordinario de energía y la capacidad de estar mucho tiempo sin dormir y no cansarse.
  • Hablar muy rápido, no parar de hablar, cambiando de tema constantemente y no dejando que lo interrumpan.
  • Distracción, la atención del adolescente pasa de una cosa a otra constantemente.
  • Conductas arriesgadas, irrespeto al peligro.

LOS SÍNTOMAS DEPRESIVOS INCLUYEN:

  • Tristeza persistente, llanto frecuentemente, depresión.
  • Disminución en la capacidad de disfrutar de sus actividades preferidas.
  • Quejas frecuente de malestares físicos, tales como dolor de cabeza y de estómago.
  • Poca energía, mala concentración, aburrimiento.
  • Cambio notable en el apetito o en el sueño, tales como comer o dormir demasiado, o lo contrario.

Algunos de estos síntomas se parecen a otros que ocurren en el adolescente por otros problemas, tales como el abuso de drogas, delincuencia, trastorno por déficit de atención debido a hiperactividad, o hasta la esquizofrenia. El diagnóstico sólo se puede hacer después de observar cuidadosamente un largo periodo de tiempo, al adolescente.  Una evaluación minuciosa por un especialista puede ayudar a identificar los desórdenes maníaco-depresivos u otros, y a comenzar el tratamiento específico pertinente.

Los adolescentes con desorden maníaco-depresivo pueden ser tratados efectivamente.   El tratamiento incluye, por lo general, el proveer educación e información al paciente y a su familia acerca de la enfermedad, el uso de medicamentos estabilizadores tales como el litio, y la psicoterapia.

El litio reduce el número y la severidad de los episodios maníacos y ayuda también a prevenir la depresión. La psicoterapia ayuda al adolescente a entenderse a sí mismo, a adaptarse al estrés, a rehacer su autoestima y a mejorar sus relaciones.

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