“Dime con quién andas y te diré quién eres”. El dicho, por viejo, no pierde vigencia. Las compañías -malas y buenas- siempre son un factor fundamental en el comportamiento del ser humano por la influencia que generan. El entorno de una persona, y esto incluye a amigos y círculo familiar, es clave. Lo pensaba mientras leía la noticia de los graves problemas adictivos de la cantante Demi Lovato, que tuvo que ser ingresada en una clínica de Los Ángeles después de que en una fiesta organizada en su propia mansión sufriera una sobredosis de heroína y quedara inconsciente. Sorprendente fue también que cuando las autoridades llegaron al lugar, ella estaba sola e inconsciente; todos sus amigos habían “desaparecido”. Dije “sorprendente”, pero ¿realmente a alguien le sorprende eso?
Sobran ejemplos de famosos que acabaron mal por la misma causa: Michael Jackson, Whitney Houston, Amy Winehouse, Prince, etc… Definitivamente, las malas influencias pueden acabar en la muerte. Nuestros amigos suelen compartir nuestros gustos y viceversa, sobre todo a tempranas edades, pero cuando estos “gustos” se transforman en vicios o adicciones compartidas puede ser un problema, sobre todo porque en esa área no se madura lo suficiente.
Por intentar imitar al líder del grupo o tratar de ser parte de algo, a veces se hacen cosas indebidas. Es, también, una forma de ganar confianza dentro del círculo de amigos siendo más atrevidos que nadie.
Basta ver, por ejemplo, los recientes retos virales que desgraciadamente hasta muchos adultos, deseosos de fama y con poco sentido común, están copiando. Uno de los roles de los padres es alejar estas malas influencias. A más temprana edad es más fácil: solo se le aleja del grupo y se les va introduciendo a otros. Sin embargo, a mayor edad es más difícil y muchas veces imposible, por eso las rehabilitaciones pasan por «separar obligatoriamente» a los adictos en la misma y la recomendación es hacerlo de por vida”. Los padres deben dar mucho ejemplo, pero a veces ellos mismos también son adictos a las drogas.
Generar buenos hábitos y rutinas es una buena manera de esquivar el riesgo de las adicciones. Si por algo es que los jóvenes famosos como Demi Lovato terminan cayendo en la tentación de las drogas es por la vida desordenada que les impone el ritmo de la profesión: giras, viajes, sesiones eternas de grabación, fiestas, etc. Pero si los padres hubiesen tenido más presencia y conocieran mejor estos peligros, sería más fácil hacer el camino al estrellato sin estrellarse uno mismo. También vemos bastantes ejemplos de esto, pero son menos publicitados.
Actualmente empiezan a aparecer muchos reality shows que desprestigian la verdadera y buena comunicación entre padres e hijos y la convierten en algo de morbo, exageración y risa. Está bien educar con alegría, pero también con discreción y buen tino. A veces no alcanza solo con la acción de los padres y se necesita a un especialista. El problema es que la mayoría de los padres creen ser expertos en la materia de la crianza solamente por el hecho de ser padres.
En general es algo más complicado y se requiere de un profesional, ya que cuando como padres somos parte del problema es más complicado tomar distancia y verlo de forma imparcial. Constantemente vemos celebridades en problemas de drogas. El episodio de Demi Lovato es simplemente el más reciente. Eso envía a los jóvenes un mensaje que puede ser interpretado de dos maneras diametralmente opuestas. El primero es que si ella lo hace, está bien, es “cool”, y por lo tanto es digna de ser imitada. Por otro, si se le ve con más madurez, es una advertencia pública del mal efecto que causan las drogas, incluso si eres una persona famosa.