Los trastornos de la personalidad, son de difícil clasificación y diagnóstico, debido a que en la mayoría de las ocasiones los afectados no buscan ayuda terapéutica. De hecho, viven su sintomatología como natural y suelen ser los que les rodean quienes padecen de sus consecuencias. Cuando hablamos de «personalidad, nos referimos a características, rasgos, etc., que definen la manera de comportarse de los individuos al interactuar con otros o con las diversas situaciones de su diario vivir.
En términos generales, es posible establecer tipos de conducta que, si bien son diferentes en cada individuo específico, guardan cierta similitud o patrón entre si. Las personalidades que se alejan de estos patrones, ya sea por exceso o defecto, son las que tratan de ser incluidas en las definiciones de «trastornos de la personalidad», debiendo, ademas, ser acusados, duraderos, inflexibles, y que causan dificultades para desenvolverse en el área social y muchas veces angustia en quien los padece. Suelen comenzar en edades tempranas o alrededor de la adolescencia, y persistir durante toda la vida adulta aunque en algunos casos sus características disminuyen conforme se avanza en edad.
En cuanto a las causas, éstas no están bien definidas, y se piensa en una constelación de factores, entre ellos, genéticos, constitucionales, ambientales, culturales, y de tiempo de maduración de la personalidad. En cuanto a los tipos que existen, éstos varían según el manual diagnóstico consultado por los profesionales, pero podemos mencionar el trastorno de la personalidad paranoide, afectiva, esquizoide, ciclotímica, obsesiva-compulsiva, histérica, antisocial, narcisista, dependiente, limítrofe, múltiple, etc. En muchas ocasiones suelen encontrarse varias manifestaciones de ellas en un mismo sujeto.