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ORGULLOSOS DE SER BUENOS CIUDADANOS

Lo difícil de escribir sobre este tema es el hecho de que la motivación debe llegar al lector de varias formas: como espectador, como parte activa en el proceso, como parte de una familia y, sobre todo, como parte de una sociedad, un país, unas leyes que hay que respetar; nos guste o no, nos convenga o no. Es acá adonde nos surge el mayor dilema, que hace que nuestras culturas latinoamericanas, o llamense emergentes, no alcanzan la fuerza necesaria para despegar de cualquier obstáculo y convertirse en potencia. Nos falta visión de conjunto, y en nuestro caso, salvadoreños, incluso visión de «orgullo nacional».

A veces pienso que lo vamos adquiriendo, aunque en ocasiones ensalzamos o hacemos burla de cosas no positivas. Otras lo hacemos mejor, y para explicarme pongo el ejemplo de nuestro orgullo nacional culinario, las pupusas. Lo vamos haciendo tan bien y, vale la pena decirlo, el producto es tan bueno, que ya en bastantes lugares del mundo este rico alimento se asocia a El salvador. El salvador-salvadoreño-orgullo de comida. Esta es la ecuación que deberíamos tener en mente cada día al prepararnos para trabajar, salir a la calle, educar a nuestros hijos, para gobernar y legislar el país.

En el ejemplo de las pupusas, es la calidad del producto la que enciende un orgullo que se apaga cuando hablamos de otras cosas. No debería ser necesario que el orgullo sea estimulado por un producto en particular. El principal producto salvadoreño en calidad, en imagen al exterior y dentro del país, no deberían ser las pupusas, sino la gente, el propio salvadoreño con la filosofía de «Mi país me hace conducirme bien, dar lo mejor de mi, mantenerlo cuidado y en paz, porque es mi gran hogar». Muy bonito ¿verdad?. Yo confío en que se puede lograr. Por favor, envíenme opiniones y sugerencias, porque esto nos interesa como país, ¿o no?

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